¡Vaya!, hoy es uno de esos días que empiezan con buen pié. Como dice el dicho, seguro que viene alguien y lo jode.
Resulta que viniendo al trabajo me he encontrado con una chica que iba conmigo a EPLA, en Godella, en mi época de estudiante de Formación Profesional. Ha sido un encuentro agradable, lo típico de:
- ¿Eres tú? (me ha hecho dudar)
- Sí, y tú... (parece que ella también era ella)
- ¿Cómo estás?... bien, ¿la familia? yo dos niños ¿y tu? intentándolo,... ¿tu hermano Ricardo? Sigue soltero...
Total que ha sido una sorpresa, pero lo bueno es cuando me suelta:
- Te he conocido porque estás igual que entonces...
Luego he seguido mi camino mucho más contento. Pilar me ha arreglado el día, ¡Qué estoy igual! Igual que hace 18 años (¡y tengo 37!), vale, soy consciente de que quizá me mire con buenos ojos, o malos y necesita gafas, o símplemente miente... pero el caso es que desde que acabaron las vacaciones me encontraba un poco bajo de moral... me notaba mayor... he apreciado que se me clarea el cartón... estoy cansado... mis hijos crecen... ha sido una percepción traicionera que me ha venido de golpe y sin avisar.
Pero hoy, al menos hoy, ¡me siento como un chaval de 18!
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