10 noviembre 2006

Estoy orgulloso de ser funcionario, (con perdón)

Pues sí, aunque la frase suene chocante, es cierto;

--Estoy orgulloso de ser funcionario

Y además funcionario administrativo, ni siquiera bombero/a, policía/o, enfermero/a... esos sí que parece que pueden estar orgullosos. No, yo me dedico a la administración pura y dura, a la de los expedientes, los papeles, etc. Os explicaré porqué.
He asistido a un interesante curso llamado SIMPLIFICACIÓN DE EXPEDIENTES ADMINISTRATIVOS, en él nos han contado como aligerar los complejos trámites y papeleos, para conseguir agilizar su tramitación.

NOTA: Gran parte de la complejidad de estos trámites proviene de los límites impuestos por la ley al gran poder con que se inviste a la Administración en sus relaciones con los ciudadanos. (Yo tengo la autoridad para darte/no darte una licencia de obras, pero a cambio tengo que otorgarte todas las garantías de que mi decisión no es arbitraria, sino imparcial y equitativa).

El curso se concentra en dos intentas sesiones de 8 horas cada una, lunes y martes, en pleno centro de Madrid. Dos compañeras del Ayuntamiento de Maracena (Granada) se meten 10 horas de autobús en esos dos días. El miércoles a las 8 a.m. ya están en su puesto de trabajo, no sin recibir unas cuantas llamadas telefónicas para despachar los asuntos inaplazables.

Otros compañeros, esta vez del de Utrera (premio TECNIMAP 2006 de servicios electrónicos para los ciudadanos), tienen mejor lo del desplazamiento. Han venido en el AVE, ida y vuelta en las 48 horas, cobrando 50 euros por día para alojamiento y manutención (el hotel en el centro es ligerísimamente más caro) y acudimos a buscar el menú más económico (si pueden ser 8,5 € mejor que 9,5), a ver si entre comidas y cenas queda algo para el hotel, que irremediablemente acabarán pagando de su bolsillo.
¿Y todo esto para qué? Os garantizo los allí presentes estaban realmente interesados en mejorar su trabajo, en agilizar la muchas veces lenta maquinaria administrativa, y en buscar soluciones técnico/jurídicas para conseguirlo; que lo consigan o no es otra historia, pero que el interés está, y que el esfuerzo y compromiso de mejorar el servicio a los ciudadanos también es un hecho.


NOTA: prefiero mil veces la denominación anglosajona public servent que la nuestra de funcionario, ahí queda la propuesta, llamémonos servidores públicos y recordemos así cual es nuestra verdadera función.
Para terminar, va un pequeño quiño de los amigos vascos de Vaya semanita. Dicen que lo cortés no quita lo valiente, y es un sano ejercicio reirse de uno mismo.



Visto en Periodismo Incendiario

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