¿Rumanos sí o no?

Anda Tolo Calafat a 7500 metros de altitud en la cima del Annapurna, con un edema celebral, abandonado a su suerte y con escasas posibilidades de salir de ese infierno helado.
Más abajo, a 7100, Juanito Oyarzabal y Carlos Pauner, agotados por el esfuerzo de alcanzar la cima de esa montaña traicionera (el peor 8000 de todos), y con las fuerzas justas para conseguir bajar de allá arriba.
Las distancias son engañosas, hoy en la Cadena Ser, Oyarzabal narraba cómo habían tenido que dejar atrás a Tolo (el documento es estremecedor) para salvar sus vidas. Imposible ayudarle sin morir, no me gustaría encontrarme en su pellejo y tener que tomar esa decisión, seguro que la congelación de sus pies no alcanza al frío que debió sentir en su corazón al dejar a un amigo atrás.
Ayer mismo, al hacer cumbre, Juanito narraba que estaban muy cansados del esfuerzo y que era muy tarde... Edurne Pasabán, que lo escuchaba desde la base de su nueva aventura decía preocupada... "es muy tarde, tienen que bajar y es muy tarde ya" se le notaba en la voz acongojada que sabe de lo que habla... no en vano ha salido viva de esa cumbre traicionera.
Y por último, el rumano Horia Colibasanu, el mismo que se quedó acompañando en su muerte segura a Iñaki Ochoa de Olza, ocurrida el pasado 23 de mayo de 2008, durante cuatro largos días... ese mismo se ha detenido con Juanito y con Carlos, y allí está, por si el helicóptero falla acometer una posible misión suicida... sin fuerzas... agotados...
Uno piensa... este tío es un buen tío... una buena persona. Quizá alguien debería replantear sus lemas de campaña y decir '¡No más malas personas!", en lugar de "¡No más rumanos!", porque si tengo que elegir entre Horia y un bastardo, hipócrita y manipulador, candidato a alcalde... la elección es fácil.

Actualización: Tolo ha muerto en el Annapurna. Mueren cuatro de cada diez que lo intentan, y le tocó a él.