Si tienes 10 minutos, te propongo un viaje en el tiempo. Sólo si tienes 10 minutos, el viaje en el tiempo hay que completarlo... Bien, si sigues leyendo es porque los tienes.
Te propongo que te imagines en 1824. Tus oídos no están acostumbrados a más sonidos de los que te brinda la naturaleza o los instrumentos artificiales que alguien toca ante ti. No hay grabación, no hay reproducción. Has oído cantar a tu madre, o has oído un músico en la calle. Como mucho, si eres afortunado has asistido a una representación teatral o a un concierto.
En ese entorno, sin discos, sin radio, sin televisión... con tus oídos vírgenes, asistes un concierto que estrena un sordo. Una persona que va a dirigir a unos músicos que no es capaz de escuchar, que ha compuesto una sinfonía en el silencio más absoluto, y que incluso tendrá que ser ayudado por alguien para ordenar la entrada de este o aquel instrumento... en ese entorno asistes a esto...
Sólo si haces ese pequeño ejercicio podrás apreciar lo que supuso para aquellos espectadores asistir en aquellos años a lo que acabas de presenciar.
Alucinante es poco, me quedo sin adjetivos.
Extracto de Copying Bethooven
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